Texto publicado en Revista Monitor, noviembre 2016
Recientemente fui al Museo Jumex, donde se exhibe General Idea: Tiempo partido, una exposición retrospectiva del colectivo canadiense General Idea. La exposición abarca dos salas del museo y me tomó un poco entenderlo, porque la primera parte en la Galería 1, sobre la que a continuación escribiré, es museográficamente distante de lo que se ve en la segunda sala. Cuando me marchaba, tuve que confirmar con mi acompañante si pertenecía a los mismos artistas.
Esta primera parte de la exhibición consiste en una instalación de gran escala titulada Fin de siècle, (1990), frase usada por General Idea para hablar de la llamada crisis del SIDA, tema al cual direccionaron su producción a partir de finales de la década de 1980. La instalación se compone de al menos trescientas hojas de unicel de 120 x 240 cm que llenan casi completamente la sala, dando la impresión de estar frente a un campo de hielo fragmentado, en el cual hay tres cachorros de foca que, por las dimensiones de la instalación, se encuentran aislados del espectador. La primera impresión es que estamos frente algo lúdico, infantil y, sí, muy lindo: son focas bebés. Cada pequeña foca es un retrato de cada miembro de General Idea: Felix Partz, Jorge Zontal y AA Bronson, quienes pidieron a un taxidermista que brindara de características particulares a cada foca, en representación de ellos.
En esta instalación el colectivo hace referencia a la pintura del alemán Caspar David Friedrich, Das Eismeer, también llamada Die gescheiterte Hoffnung, donde este último título se traduce al español como La esperanza fracasada. Tiemblo un poco al leer este título. A su vez, es esta referencia la que me hace desbordar en las posibles lecturas que tiene esta instalación.
En la pintura de Caspar David Friedrich la catástrofe ha acontecido. Se distingue un barco que naufragó, volcado hacia un lado y atrapado entre el hielo. En Fin de siècle la catástrofe es, quizá, inminente, sin embargo está suspendida en el presente. Las focas que vemos están esperando. No les es posible moverse porque ello podría detonar lo que evitan. No pueden separarse, porque son uno. Sólo esperan. Esperan instaladas en el presente y esperar instalado en el presente implica liberarse del peso y nostalgia del pasado, así como no temer del futuro. No tienen nada que hacer, sólo cabe esperar.
En 1989, Felix Partz fue diagnosticado VIH positivo y al año siguiente Jorge Zontal recibió el mismo diagnóstico. La espera en la cual se instalan a través de Fin de siècle, probablemente es un recurso ante su diagnóstico del SIDA, que en ese entonces se consideraba una enfermedad terminal. ¿Hay manera de burlar la sentencia que implica el diagnóstico dado?
En Fin de siècle, General Idea habita la espera, se demoran en ella. Y esta espera tiene un poder liberador, emancipador, porque los libera de estar activos en la realidad. La diluye, porque no hay nada más que hacer, sólo esperar. En esa espera, no importa ningún diagnóstico, ellos tienen todo el tiempo del mundo. Quizá el tiempo se parte y ese tiempo-otro en el que habitan desempeña una función salvadora, propicia de sentido a la existencia. Este poder salvador se deriva de la capacidad de la espera de disuadir a Partz y Zontal de depositar su mirada fija en el fin de la vida, es decir, de cegarlos con respecto al final que se cierne sobre ellos.
La instalación es muy contemplativa. Te envuelve y te traslada a ese mismo estado de espera, en el que sugiero General Idea estaba instalado. Deberíamos habitarla durante horas, hasta verternos en ella, en su espera. Aunque es válido preguntarse ¿para qué esperar?, ¿por qué esperar?, ¿cuánto esperar?, pareciera que en los tiempos de la aceleración hemos olvidado ese placer por la lentitud. He escuchado que la espera se sufre, y quizá lo haga, pero también es tener la atención concentrada, es escuchar de verdad lo que tenemos delante. Estar atentos.
¿Tras haber estado esperando –no puedo decir por cuánto tiempo, creo que el objetivo es olvidar cuánto tiempo ha transcurrido en esa espera- algo habrá cambiado? Posterior a ver Fin de siècle, en un texto de la exposición leí que Partz y Zontal fallecieron en 1994 por causas relacionadas al SIDA. La espera había fracasado, pero quizá el sentido de la espera estribe en que no hay redención final, es decir, que uno debe seguir esperando lo improbable (aunque posible) para que lo imposible nos acontezca, nos pase.